Tuesday, February 09, 2010

Las estéticas mostrencas





Retrato de Schiller: Filósofo, dramaturgo y poeta alemán

Si usted, por amor al arte,
por ejercicio imitativo con recursos eróticos,
embellece la vida y recuerda motivos de Platón
en «El banquete», yo digo SI al simposio...

Si por amor a la teatralidad de los egos
provoca purificaciones, catarsis pública
del prójimo, yo estaré AHI
como Aristóteles, aún cuando difiera
por amor a la estética socrática...

Si usted se entretiene con fantasmas
que portan algo de la belleza trascendental,
que retrotraen a catedrales medievales,
o al mito del Grial, o a las extrañas
cosas de la pintura de Giotto,
yo digo: NO ES MALO,
me entretengo, pero si acaso
me construye cuentos de hadas,
mundos color de rosa, para que viva
el hombre submitido en la inacción y el miedo,
abocado a sus monstruos,
vampiros interiores que no tienen sentido,
que prohijan el hermetismo traicionero, evasivo,
mi pregunta será:
¿dónde quedó la bondad y el consuelo?

¿Qué circula como sangre para una profunda estética
que me sirva para imaginar lo necesario,
aunque haya que ir a escarbarla
en lo oculto, proveyendo esfuerzo y amor
en el trayecto?

Seguramente, no querré
estar ahí, ni hablarle, ni ser cómplice.
... porque hay gente que construye esos mundos
con ilusiones insensatas, gente que está
vacía, o tal vez harta y ni siquiera
se aman a ellas mismas,
se sepultan en sus mundos sutiles
para que el vecindario externo se siga jodiendo
y nadie vaya y se atreva a pedirles socorro,
«dáme una mano, amigo, consuélame».

06-07-2000

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A Pitágoras y Orfeo




... la música de los hombres no es más que un eco de la Música de las Esferas, pero su instinto innato que hace que su alma resuene con la música, le proporciona un indicio de la naturaleza de las armonías matemáticas que se hallan en su fuente cósmica: Pedro Miguel González Urbaneja
¿Para qué le sirve a una guitarra
una cuerda rota? ¿Para qué a la canción
del infinito? ¿Para qué a la armonía de las esferas?
¿Por qué se ha cansado la humanidad que vivo
de buscar un acorde perfecto para su metafísica?
¿Por qué no dicen ya, como tú, Maestro /
Pitágoras / de finísimo oído, que los planetas cantan
y que el Cosmos guarda, como secreto
para quien oye, con corazón discernitivo,
proporciones aritméticas de fascinantes
concordancias que son los movimientos
de los cuerpos celestes, con tonos esparcidos,
melodiosos, porque cantan a la vida
y vibran en el universo entero
como si fueran un coro para el Himno de Ares?

Ahora que sé, semicautivo en esta coordenada espacio-temporal
de mi Tierra, que mi voz es guitarra y mi pensamiento
el orden mismo de la música, me obsede preguntar,
Pitágoras, ¿qué haré cuando falte una cuerda
a mi guitarra, qué haré cuando en Tracia
la desesperación me lleve a destrozar mi lira
como Orfeo, qué haré cuando Eurídice me falte
o digan que me parió una perra,
no la musa Calíope?
¿Qué... cuando no se duerman
los Cerberos del mundo, qué cuando el barrio
por el que vaya sonriendo sea selva de cemento triste,
catábasis inframundana, donde todo es discordia,
crímenes, peligros y me pidan como a mariachi loco
que venda mi alma o mi decencia básica
por la cifra de un peso?

¿Para qué me sirve la boca que quisiera
cantar, amando el Monte y Pangeo
desde el despuntar mismo de los amaneceres,
si desvirtuada está / pobre mi boca
por la ebriedad del mundo
y el viejo Patrón Dioniso, amado por la chusma
de sus avataras son amantes de castigo
y represalia, milicos de la antropofagia
y el nihilismo? ... En vano, iré con tu canción,
Eurídice; en vano que hable de la armonía del mundo
y del amor sonoro como las propias fuerzas
que mantienen en equilibrio el Sistema Solar,
todos sus hijos-ondas, porque todo es energía,
todos sus hijos, como salmos, todos nacidos
para el mismo abrazo que armoniza
aunque en geometrías parezcan divididos,
en colores y voces que son la misma cosa
que sustenta el Universo.
Todo: ondas de Luz y Sonido.
Pero en vano, en vano.

¿Qué haré cuando la chusma en Tracia
diga que son los dioses lo que imponen castigo
y como Orfeo me vea en la tristeza de la ira,
sordo para oír desde el silencio
el canto de los cielos y me tiente golpear
lira o guitarra sobre la roca, reventar
cada cuerda y el ruido sea la herencia del pueblo
que me pidió cantares y sólo tuve odio
en mí, o desaliento? ¿Para qué sirve,
para qué en la guitarra del futuro,
en la esperanza del presente,
el corazón marchito
en tumbos sobre la cuerda floja?

08-07-2000 / Estéticas mostrencas y vitales

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La prensa vendida y anestesiada / La dialéctica de la Sed / Francisco Ferrer i Guardia / Escuela Moderna de Ferrer i Guardia / Recordando a Ferrer i Guardia

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