Tuesday, December 16, 2008

Los raptores impunes



Llegaron a verte, Gabi.
Hoy entraron por la puerta ancha.
Calcularon que no estoy,
dieron su golpe, alevosos.
El espía celoso que te quiere
ya está ausente.

Se aprovecharon.
Te imaginaste más sola
que cuando yo te bañaba,
o te cambié los calzones, o te llevé
a la escuela y te celé los pasos.

Te imaginaste molida en todo olvido,
extraviada en cada memoria herida
y destartalada; te engañaste
por el derrumbe de tu casa.

Te olvidaste que te dí la cueva
de mi gozo como tu madre diera
su vientre, pujándote a la vida,
con suspiro y llanto,
abriéndose el abrigo del espacio
y cerrando el ciclo de su útero
para ambos decirte: ¡Seas!
¡bienvenida al mundo!

Estuve allí, barrigón y con antojos
por la espera y alegría,
ahíto de cantos, metáforas,
espeso y ancho por herencias posibles
de los himnos, orondo por causa de tu vida.

Yo no sé con qué moral fundaste el ego,
te aupaste contra mi olvido, pero yo dije:
Hija por siempre y tú, fantasma sociológico,
te fugaste con el primer capricho.

¿Qué importa si no estoy? quisíste
el abandono, borraste mi presencia.
No consultas, no preguntas,
y por eso llegaron uno y otro.

Llegaron a verte y la puerta ancha
es mi homicidio, me han burlado.
Tú eres la que blandes el cuchillo,
¡tú la homicida! te escondíste
del primero que te quiso
y el último que se atrevería
a olvidarte... habría sido menos duro
si dijeras:
«Aún cuentas,
te llevo conmigo».


Las zonas del carácter: Indice
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Las zonas del carácter / La Generación del '70 / Indice: Heideggerianas

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