Friday, December 19, 2008

Estéticas del hombre pertinaz / El sacrílego / Amigo Blum / La bruja

A León Blum

Y yo, ser social que sin el otro
no me siento mío, sin el poquito de su amor
que me anima y con que distribuye su movimiento
hasta mi paso, me humedezco en la sangre
que derraman los nuevos opresores.

Por eso el nihilista chabacano se sonríe
y un hombre del Vacío se conduele
y un humorista, con dientes afilados,
se jacta de su fe y subido a la tribuna del patíbulo,
finge que recuerda que las cosas no cambian.
Que hay principios eternos.
Circunstancias inconmovibles.
Providencias entregadas a la mano,
fiadores de virtud y perfecta sociología
de condiciones, hoy violentas e ingratas.

Hay hombres eternos que son
biografías emersonianas, héroes weberianos.
Hay garantes sociales, históricamente inmutables
y justos. Son quienes oncluyen que los medios
de producción ya tienen dueños.

El capitalismo y el libre-empresarismo
son sagrados. Dios es el bendecidor más providente.
Uno (es): el extraviado, germen del pecado original,
uno por terco, por no ver la ley común,
por eximirse del Karma y no dar al César
lo que es suyo, es el ignorante.

Uno, por pertinaz, el que no quiere enterarse
que el capitalismo es eterno, intocable, imputrefacto
y en él, no se haya otra cosa contenida,
que pueda ser llamada principio disolvente,
encadenamiento de procesos antagónicos
es el imbécil, el irracionaloide, el locario.

2.

Y yo, tan terco, que digo que las cosas
son lógicas, dialécticas, cambiantes;
yo, hijo-hermano heraclitiano, que testifico
que en el espacio-tiempo, el mundo vivencial,
el ente instrumentalizado,
todo lo que es visible o invisible, en su desarrollo,
manifiesta el movimiento y el cambio,
veo a los apagadores de luces de las calles,
cantan a las tinieblas de los dioses
del Progreso del Espíritu
pero quitando la luz de las ideas-materializadas.

No se quiere el choque de una Idea inmutable
con la idea que salió de las Cavernas del deseo
para hallarse en lo objetivo, desenmascarada,
harta de sol y luna; y yo, tan terco,
me enojo con el falso lamparero. Lo confronto.

El evitará la lucha, sofocará la crítica, impedirá
la agonía. Socialmente, él se el benigno.
Sólo quiere el reposo, la quietud de las ánimas,
la noche que no abre el día, porque alega
que el mundo es ciego y, si hay luz, derpiertan
los demonios, se moviliza el combatiente,
se desacraliza lo sagrado.

Y me dice, con ese humor que es un resabio
de las risotadas, que él es humanista
y ha visto dioses formados con gránulos atómicos,
extrafinos, subjetivos, casi tersos como sedas
de piel en las sendas del Olimpo,
que no pueden ser mirados desde las imágenes
que nos dan los sentidos.

La existencia objetiva no ha de ser cognoscibe
por los sensualismos de Hume
o la prelógica propedéutica
del sofisma de un primate humano.

Y yo, tan terco, alegando que las ideas
no pueden existir en el vacío
y que el ser es la materia entitativa
y el espíritu, energía, su fino resultado
cuando irrumpo en Das Momentum.


Estéticas


El sacrílego

Me llamaron el sacrílego / utopizante
y sólo dije, donde se pueda oírseme
clara y poderosamente que el hombre cambia,
así como lenta, gradual y dialécticamente
cambia todo... cambia
la espiga de trigo y cambia
el grano de mostaza.

Cambia el huevo y la gallina que muere,
cambia la vida y continúa en la muerte...
pero me llamaron sacrílego.

Y fue poco lo que dije:
Que las revoluciones son parteros necesarios
y el dolor existe, pero sabio es
por precario y más sabia la alegría
que vence el odio, lo doblega antes
de que se descubra el miedo, la amenaza,
la codicia, la naturaleza amarga de los luchadores.

Dije que el alimento es bello,
siéndolo mucho más porque se ha sufrido
de hambre, o de sed y por falta de abrigo.

Soy injuriado cada vez que subo
a revaluar la esencia de ese dominio
que hoy ví desesperante y definí,
como si fuese adivino:
poder caduco, estéril.

No por siempre llamaré su sociedad
y su dominio, malditos.
Empoderarse es necesario
e imprescindible.


Estéticas


Mi amigo Blum

Ortega:
el hombre no es un ser insustancial;
venga conmigo, le mostraré su sustancia.

Hallé a León Blum, redactor anticlerical,
víctima y prisionero de los Nazis, y le dije:
el hombre cambia, hay un hombre futuro,
que es más que un «saco de piel»
aprisionado para siempre al extravío,
a la metafísica fijista del ser-en-sí.

No es socialmente irredimible, no,
porque sea hoy una hediente horda
de biomasa primantrópica, mi Blum amigo.

Deje usted, creyente del socialismo liberador,
de ser agente de la burguesía, no divida al obrero.
Búsquelo con fe en la vivencia cotidiana,
no lo venda al Vaticano.

No enseñe al ser
asocialidad convenienciera, cobardía, reculamiento.
Si no hay optimismo ya en usted, no sea amargo.
«A la medida humana» reacciona igual que Hitler.
Nos has venido traicionando y el hombre hecho así,
como usted dice, nos desmiente a ambos.
Contradice el principio de las identidades:
o ser-en-sí visibles, o esperar el no-ser
en la cueva de los buitres.

Estéticas / Indice


La bruja

Me van a proteger, ay carajo, me dijeron,
del torbellino de la historia,
¡ay! porque es violenta y loca la Historia,
el matriarcado recursivo.
Es la bruja Medea, lo nuevo siendo viejo.

Ella fabrica las túnicas de hechizo
y busca un vellocino de oro, y a su amante lo dota
de recursos y lo ama, pero, quiere a su manera
(tuvo un principio, como el huevo que querrá
de su contradicción un gallo germinal,
una célula que produzca lo nuevo,
un pollo piante hasta lo eterno).

Lo que da al esposo, el visible y material mundo
de lo sido y manifiesto, es
por de pronto, poco y desafiante;
Medea, del pensamiento te pasas
al inmundo vitalismo,
y no te quieren.

Una mujer de Creusa te va a dejar
sin unidad y sin desfase;
eres el sacrilegio y la venganza,
lágrima inicial, esencia sin sustancia.

Eres un vientre misterioso, eres vengativa
cuando te vuelves ser, en sentimiento,
ay princesa de Colchis, eres trágica
cuando das en la túnica la quema del Olimpo,
el cambio que es el comienzo
de la terminación de los conflictos.

Tú eres bruja,
cambias, eres torbellino,
eres angustia.

2.

Me van a proteger de lo mágico.
Me van a llamar Jasón,
porque nadie tiene fe;
pero todos tienen ilusiones
de que se pueda reírsete en tu cara,
y mandársete a la porra
con las fuerzas del antihistoricismo.

Y tú, vitalista... ninguna como tú
tan vital y terca, dando hijos
a quien no los ama, matándolos
para que aprenda Jasón a llorarlos.

Estéticas
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