Tuesday, December 23, 2008

Charcas y manantiales / Yaya nos obsequia las agua y olas

a Jerónimo Ramírez de Arellano,
cantor del Culebrinas


Yo selecciono mis hembras y mis charcos.
Tengo secretos, rituales y mitos.
En secreto me baño con la taína de los ríos
entre peñas de pizarral, calato.
Junto a los hijos de mi sol, alterno
con el vuelo de mis pájaros y cemíes.

Mi territorio es simple, breve, tribal,
¡pero qué feliz soy; qué feliz
me hizo la isla con su espacio cósmico!

2.


Baja al charco
donde no hay ambición desmesurada,
me dijíste, que tu cabeza sea
como un pez nervioso, manso,
huidizo de ese Yo despótico y dogmático.

Cada encuentro con el encanto,
misterioso e inefable, que vuelva
a comprenderse desde las aguas
del puro movimiento y no sea sangre
ni empeño de dominio.
Entonces yo fui el pez
en el fondo del pantano.

02-15-1988 /
Lope: Indice




Yaya nos obserquia las aguas y olas

No, yo no voy a fundar la mar
o sacar alguna cosa de la Nada.
Los ríos existen
y cantan sus propios cantos
en marejadas y van a cuevas
y filtran con espumas sus extravíos,
sus restingas de agua
y entran y visitan
los dientes de lo vivo.

El esqueleto cósmico impulsa sus olas.
Los flujos se regocijan y a la mar,
que preexiste y lo atestigua va todo,
aún la abundancia de los peces del gozo,
aún la tristeza recesiva de lo trunco.

Yaya sólo dice: Sé un poco
sobre los ritmos y las lunas,
las transformaciones del espacio,
la solidez de las sustancias;
no es mucho lo que puedo decir en el areito;
sólo que estoy feliz con la abundancia.

Yaya declara únicamente, yo organizo
lo que divinamente me obsequia
la mañana y mañana es vivir amando
y bendecir al hombre
hasta el hueso de sus altares,
médula de sus futuras almas.

10-02-1988 /
Lope: Indice



Los sedientos y sarnosos

Por siempre van y vienen
esos sedientos con el vientre sin huilque
cuya piel es sarna y caracha impura,
cuya boca aún no clama
el óyeme primario...
esos ladrones por el mar expulsos,
por estrellas sin humedad, salados;
van y vienen... sin Ocama.

Buscan manos que, palmo a palmo,
suden sus caricias y se adhieran
como ombligos a sus sámagos.
Van y vienen y siempre son ajenos
inmundos, queriendo o no.

Del esqueleto cósmico
sólo aprendieron el vacío,
abatirse en las distancias
sin adquirir un nombre
como los tres gemelos
de Itiba Thuvava.

Lope: Indice

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Indice: WOW / De El hombre extendido

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