Monday, December 15, 2008

A Antonia Kozberg Cardona


Precisemos el síndrome de la mala conducta,
obseso-maniacona.
Hagamos el trabajo necesario
porque yo quiero la paz
y a Tonina, sin oprobio
¡bien librada!, con cero tolerancia.
La quiero sin su tropel de viejas quejas,
sin terquedad de cara larga.

Dulcemente desde el gyrus
cingulado la comprendo.
La adivino como dueña de mi clímax.
La actualizo en la buena fe de la vigilia.
Si quiere ser mi amiga que me cuente
su hondo abismo, su caída.
Que permita a mis manos
ir a rescatar sus alegrías.
Que se extienda hasta el alma,
que restaure su beso.

Entonces,
me deleitaré con su silueta de niña
porque soy más lobo y viejo y zorriento.
Entonces, crecerá mi ángel;
sepultaré los fracasos
que depredan mutuos pasos,
escondrijos saciados en lo oscuro.

¡Yo no llegué a su vida!
Ella llegó a la mía; infringió mi vereda.
Yo sólo dije: ¡Me encuentras!

... Seamos pues codueños
del cohabitar y cohabitados;
acordemos las paces, no seamos
rivales nunca más; complétame...

Serás Tonina, mujer, y amada
como amazona, aferrada al cingulum,
a la batalla sustancial, cerebro adentro.


02-04-1992 /
Las zonas del carácter: Indice

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